domingo, 10 de diciembre de 2006

Las arañas inconclusas deberían vengarse

Lo ajeno nos da miedo. ¿Cómo se explica sino, por ejemplo, que mucha más gente le tema a las tarántulas que a los conejos? Es bastante sencillo: las arañas son demasiado diferentes a nosotros, los humanos. La manera de moverse, la coordinación sublime de sus patas, los pelajes coloridos y a veces hasta caleidoscópicos. Son criaturas más admirables que temerosas. Y sin embargo, ¿por qué al verlas cualquiera pegaría un grito y buscaría una forma? ¡Una forma, buscaría! Es asombroso.

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